[Parte 1: El Cielo]
He subido al empíreo y no hay ángeles con cirios alumbrando un camino para llegar a ningún sitio.
No me han recibido valquirias ni querubines,
ni Anubis, ni Hermes. Sólo el fin de los fines.
¿Dónde están esos mártires, y las personas canonizadas
que habitaron en la fe y ahora no son nada?
Querría ver sus caras al chocar contra el vacío,
al comprender que su vida se ha consumido en el hastío.
No he visto ningún Dios al que ofrecerle sacrificios,
No juzgan los vicios, tampoco hay reencarnación.
In nomine Patris: lema para genocidios,
y un convencimiento irracional sobre la salvación.
No he vivido subyugado para aguardar la eternidad en un vergel inventado.
No he sido separado de mi alma, no importa eso que llaman karma, no existen los milagros.
Misioneros anunciando el evangelio en zonas devastadas y sin alfabetizar, mostrando una careta filantrópica a un imperio que extermina a quien cree cualquier otra necedad.
Era obvio, sencillo de pronosticar: la muerte no es transcendental.

Omnia mors aequat. Omnia mors aequat.
Papas, emperadores y prelados, como a los pobres pastores de ganados.
Omnia mors aequat. Omnia mors aequat.
La muerte trata igual a necios y eruditos.
al igual que la vida, carece de sentido.

Nada, nada, nada, nada.
No hay ascensión, no hay levitación, no hay reencarnación.
Nada, nada, nada, nada.

[Parte 2: el Infierno]
He bajado al averno, y tampoco es eterno.
No me ha colgado de ganchos ningún engendro con cuernos.
No eran más que cuentos para sembrar desesperanza
en una población hecha a imagen y semejanza de Dios,
y del Diablo, ya que los dos iconos representan lo macabro.
Hay quiénes mueren en vida esperando revivir,
y hay quiénes vivimos antes de morir.
Narraban las epopeyas ciudades incandescentes,
cuya tiranía rebasaba al mundo terrenal,
custodiadas por mujeres con cabello de serpientes,
y gobernadas por lo que representaba un Leviatán.
Yo decidí vivir en el Jardín de las Delicias.
Cometiendo pecados, sin dejar de lado la justicia.
No tutela Virgilio, pues aquí no hay restos siquiera de ángeles caídos.